DIARIO PUERTO PLATA. -Por José Alberto Blanco. -En tiempos de incertidumbre, la verdad debería ser el mínimo común ético entre gobernantes y gobernados. Sin embargo, cuando el presidente de la República decide manipular los indicadores económicos, echar la culpa a administraciones anteriores —obviando que este es su segundo período de gobierno—, falsear cifras o maquillar la realidad, no solo traiciona la confianza ciudadana: convierte la mentira en política de Estado.
La economía no es un discurso, es una experiencia cotidiana. No se mide en conferencias ni en gráficas amañadas, sino en el precio del arroz, en el pasaje que sube sin explicación, en el salario que no alcanza. Cuando el relato oficial niega esa realidad, la ciudadanía no solo se indigna: se organiza, se educa, se moviliza.
Esta práctica de distorsión estadística tiene consecuencias graves:
- Deslegitima las instituciones encargadas de producir datos confiables.
- Desactiva el debate técnico y lo reemplaza por propaganda.
- Genera polarización y desafección democrática.
- Impide la formulación de políticas públicas basadas en evidencia.
La economía dominicana presenta indicadores muy sensibles en negativo:
- Recaudación fiscal desacelerada: La Dirección General de Impuestos Internos (DGII) reportó una caída en el ritmo de recaudación entre enero y agosto de 2025, afectada por la volatilidad internacional y la baja actividad en sectores clave.
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Sector agropecuario en retroceso: El informe del Banco Central indica que la agricultura y la ganadería han tenido un desempeño negativo en el primer trimestre de 2025, con contracciones en producción y exportaciones.
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Manufactura local estancada: La industria de alimentos, bebidas y productos químicos muestra debilidad, especialmente fuera de las zonas francas, lo que afecta el empleo y la competitividad.
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Tensiones en el mercado energético: La incertidumbre global sobre los precios del petróleo y la falta de inversión en infraestructura energética nacional han generado presiones inflacionarias y riesgos de desabastecimiento.
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Altas tasas de interés activas: En julio de 2025, la tasa de interés activa promedio ponderado fue de 15.32?%, lo que encarece el crédito para empresas y familias, limitando el dinamismo económico.
A julio de 2025, la deuda pública consolidada de la República Dominicana alcanzó los US$76,763.8 millones, equivalente al 58.9?% del PIB. Aunque el gobierno insiste en que ha reducido la proporción deuda/PIB respecto a años anteriores, lo cierto es que en términos absolutos la deuda ha seguido aumentando. Desde el inicio de esta gestión, se han contratado préstamos por más de US$17,000 millones, muchos de ellos sin una clara vinculación con proyectos de desarrollo o industrialización. El debate oficial se centra en justificar el endeudamiento como mecanismo para pagar pasivos heredados, pero diversos economistas advierten que gran parte de estos recursos ha beneficiado al sector financiero y a grupos cercanos al poder, sin traducirse en mejoras estructurales para la ciudadanía.
Pero no basta con denunciar. Desde la sociedad civil, la academia y los liderazgos éticos, debemos construir una pedagogía de la verdad. Explicar cómo se calculan los indicadores, exigir auditorías independientes, promover observatorios ciudadanos y formar una nueva generación de líderes que entiendan que gobernar es rendir cuentas, no encubrir errores.
La mentira presidencial sobre la economía no es solo una falta moral: es una estrategia de impunidad. Y frente a ella, la respuesta debe ser colectiva, crítica y transformadora.
Porque la verdad, aunque incómoda, es el único camino hacia una democracia que se respete a sí misma.