DIARIO PUERTO PLATA. -La paralización por más de dos semanas de la barrera flotante instalada para la recolección de desechos en el río Yaque del Norte ha provocado que la principal fuente acuífera del país se encuentre nuevamente saturada de residuos plásticos y desperdicios sólidos de todo tipo.
La estructura, ubicada en la obra de toma del sector La Otra Banda, donde se bifurcan los canales de riego Ulises Francisco Espaillat y Monsieur Bogaert, dejó de operar debido a una avería en los rollos sumergidos del sistema. Según explicó el ingeniero Francis Peña, del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi), la falla técnica impide el funcionamiento normal del equipo, que había sido clave en la contención de los desechos flotantes.
La llamada “barrera azul”, implementada por la empresa Cilpen Global con el apoyo de entidades gubernamentales, forma parte de un proyecto piloto destinado a interceptar los residuos sólidos antes de que lleguen al océano Atlántico, mitigando así la contaminación marina y generando datos sobre la cantidad y el tipo de basura que arrastra el afluente.
Sin embargo, la interrupción temporal del sistema ha dejado a la vista la magnitud del problema ambiental que afecta al río más largo del país. Botellas, platos desechables, fundas plásticas y otros desperdicios se acumulan en sus orillas y canales, mientras el flujo de contaminantes se incrementa cada día.
A esta situación se suma el deterioro visible en el canal Ulises Francisco Espaillat, especialmente en el tramo de la autopista Joaquín Balaguer, donde el cúmulo de basura se ha vuelto una escena constante, reflejando la falta de conciencia ciudadana y de medidas sostenidas de limpieza.
Los estudios sobre el Yaque del Norte revelan que la contaminación por aguas residuales domésticas e industriales, junto al uso indiscriminado de pesticidas y fertilizantes agrícolas, así como la erosión de las cuencas altas por la ganadería, continúan degradando su calidad.
Expertos advierten que esta situación representa una amenaza directa para los ecosistemas acuáticos y la salud humana, además de comprometer los esfuerzos por la recuperación ambiental del río, símbolo natural y vital del Cibao.