Las supermodelos dominicanas que causan furor en la industria global de la moda no siempre fueron mujeres exitosas.
Muchas empezaron siendo pobres, ignoradas y, a los ojos de muchos de sus conciudadanos, incluso feas, por cuenta de lo que ellas mismas describen como el racismo imperante en su país.
Una situación que contrasta marcadamente con el espectacular reconocimiento que están recibiendo a nivel internacional.