Esta situación ha llamado la atención de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), la cual el 3 de junio publicó un reporte en el que establecía que “en el mes de mayo los precios globales de los alimentos aumentaron en su paso más acelerado en toda una década”.
Dicho informe establece, además, que los productos de consumo básico como los aceites vegetales, el azúcar, los cereales y los cárnicos, se encuentran en su punto de precio más alto desde septiembre de 2011, representando un incremento de 39.7% de mayo de 2020 a mayo de 2021.
El principal factor que empuja este fenómeno es el incremento del precio del petróleo, el cual, desde enero de 2021 a la fecha, ha presentado un incremento de 18 dólares por barril o lo que equivale a un 30%. Esta alza del crudo además de afectar el costo directo de producción derivado del componente energético ha triplicado el precio del flete marítimo y aéreo para materias primas y productos de consumo.
Por lo antes expuesto, me causó preocupación las declaraciones del Presidente Luis Abinader, quien, en una reciente entrevista, reveló la intención del gobierno de autorizar la importación de productos de consumo masivo, como una forma de paliar las alzas antes descritas.
En ese sentido, entiendo que el fomento de las importaciones es una medida con efectos de muy corto plazo que además de no controlar los precios podría dañar el aparato productivo local, presionando además el tipo de cambio. El estado dominicano tiene varios retos que necesitan que exploremos opciones más integrales, que incentiven a los sectores productivos locales a producir más y a menor costo
Me parece que el primer reto que tenemos es ayudar a nuestros productores a independizarse del costo del petróleo, promoviendo el uso de energías alternativas en la cadena de producción.
El otro reto es abaratar los costos de los fertilizantes, para lo cual debemos promover el desarrollo de una industria local de producción de fertilizantes orgánicos, generando un círculo virtuoso que impacte el problema de la disposición de desechos sólidos. Pero también debemos cuestionar qué está sucediendo con el crédito agrícola, ya que si bien es cierto que desde el estado se ofrecen tasas de interés son bajas y atractivas, no menos cierto es que los requisitos para acceder a estos son muchos y difíciles para los productores.
El otro reto es abaratar los costos de los fertilizantes, para lo cual debemos promover el desarrollo de una industria local de producción de fertilizantes orgánicos, generando un círculo virtuoso que impacte el problema de la disposición de desechos sólidos.
Pero también debemos cuestionar qué está sucediendo con el crédito agrícola, ya que si bien es cierto que desde el estado se ofrecen tasas de interés son bajas y atractivas, no menos cierto es que los requisitos para acceder a estos son muchos y difíciles para los productores.
Hoy más que nunca, resulta necesaria la intervención del estado en temas fundamentales para los productores, tales como la creación de fondos de garantías, el abaratamiento de seguros agrícolas, pero sobre todo la creación de mecanismos de crédito que sean más formales, mas auditables y sobre todo más transparentes.
En conclusión, creo firmemente que ante la situación de inflación global que enfrentamos, no podemos darnos el lujo de debilitar a nuestros sectores productivos; hacerlo podría ralentizar el proceso de recuperación económico y dar al traste con iniciativas muy importantes planteadas por el gobierno, como es la creación de 1 millón de empleos directos para el 2024.
Via:LisntinDiario